Admirable y Admirada



Una tarde de un 10 de mayo de hace 22 años, te detuviste en el tiempo y no tuvimos más remedio que aprender a seguir avanzando sin ti por las sendas que la caprichosa vida nos tenía reservadas a cada uno de los que tuvimos la inmensa suerte de conocerte y de disfrutarte. Eras única y mucho más grande de lo que tú te creías.

Sencilla, austera y comedida, nunca te permitiste grandes licencias ni sucumbiste al capricho de las formas ni de los formalismos, porque nunca le tuviste miedo a expresar lo que sentías, aunque sellaras tus labios voluntariamente cada vez que tus nietas revoloteábamos como mariposas traviesas entorno a las conversaciones que mantenías con los miembros adultos de nuestra familia, intentando cazar el sentido de las palabras que enmudecíais y descubrir secretos de familia que considerabas que no teníamos aún edad para comprender. Siempre tan sabia y tan cautelosa, aunque también tan rebelde y tan dueña de ti misma. 

Fuiste una mujer admirable y admirada, mi dulce abuela. Y ahora eres la luz que nos ilumina hacia la salida cada vez que nos engulle la oscuridad.

Un beso enorme y perfumado con los aromas de los geranios que tanto te gustaron siempre y que, como aquel mayo en que partiste y como todos los mayos que le siguieron para recordarnos que sigues en nuestro corazón, estallan en sus variados colores consiguiendo que nuestros días nos resulten más vivibles y cobren mucho más sentido.



Estrella Pisa
10 de Mayo de 2018

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