Magia en la red
Los días de vino y rosas se habían consumido y las noches de fuegos artificiales dormían una resaca de la que despertaban cada día en un lecho de pétalos secos. David y Elena se querían, pero se habían rendido a las imposiciones de la costumbre. El tiempo había obrado inevitables cambios en los dos. Sentían cosas nuevas, pero ambos se resistían a dejar de ser los que habían sido. El deseo se enfrió y emergió la decepción mutua. Compartían espacios, pero sin compartirse ellos. Cada uno frente a la pantalla de su móvil, pasando las horas muertas con sus respectivos contactos en redes sociales. Un día Elena se creó un perfil falso en Instagram y no tardó en conseguir seguidores. Su avatar era de lo más sugerente y las fotos que publicaba, aunque nunca aparecía en ellas, eran paisajes con frases de su autoría que conseguían alegrarle el día a cualquiera. Poco después recibió un mensaje de un chico llamado Nick y empezó a seguirle. El tampoco mostraba su rostro y los posts que publicaba e...