A propósito del tiempo

Tras levantarse el telón, en el escenario aparece un ascensor de un edificio señorial de Barcelona. A diferencia de los ascensores actuales, este tiene la particularidad de ser de hierro forjado y cristal, por lo que deja ver desde fuera su interior y las personas que entran en él pueden ver cómo sube o baja por las diferentes plantas. Un señor con aspecto algo descuidado y edad intemporal está a punto de entrar en él cuando un joven que porta una mochila a la espalda le pide que le espere antes de que se cierren las puertas. - Menudo tiempecito, ¿verdad? Suerte que el autobús me ha dejado cerca, porque si no llego empapado. - Qué curiosa la excusa del tiempo. - ¿Cómo dice? - Pues no sé qué tienen los ascensores que cada vez que coincido con alguien dentro de uno, siempre me salen con el tiempo. Como si no hubiese más formas de entablar una conversación insustancial. - Disculpe usted si le he molestado. ¿A qué piso va? - Al tercero. - Pues en algo coincidimos: yo tambi...