A propósito del tiempo

 


Tras levantarse el telón, en el escenario aparece un ascensor de un edificio señorial de Barcelona. A diferencia de los ascensores actuales, este tiene la particularidad de ser de hierro forjado y cristal, por lo que deja ver desde fuera su interior y las personas que entran en él pueden ver cómo sube o baja por las diferentes plantas.

Un señor con aspecto algo descuidado y edad intemporal está a punto de entrar en él cuando un joven que porta una mochila a la espalda le pide que le espere antes de que se cierren las puertas.

- Menudo tiempecito, ¿verdad? Suerte que el autobús me ha dejado cerca, porque si no llego empapado.

- Qué curiosa la excusa del tiempo.

- ¿Cómo dice?

- Pues no sé qué tienen los ascensores que cada vez que coincido con alguien dentro de uno, siempre me salen con el tiempo. Como si no hubiese más formas de entablar una conversación insustancial.

- Disculpe usted si le he molestado. ¿A qué piso va?

- Al tercero.

- Pues en algo coincidimos: yo también voy al tercero.

- No le había visto antes por el edificio.

- Es que no vivo aquí. Soy periodista y vengo a hacerle una entrevista a Gloria Beltrán.

- Entiendo.


Aprovechando que el periodista está revisando algo en el móvil, el señor de edad intemporal pulsa un botón para que el ascensor se pare entre dos plantas y quede bloqueada la puerta.


- Ostras, lo que me faltaba. Encima que llego tarde, ahora se estropea el ascensor.

- Es lo que tienen estos edificios antiguos, que el tiempo no perdona y cuando no se estropea una cosa, se estropean dos.

- Y, ¿qué hacemos ahora?

- Me temo que sentarnos en el suelo y esperar a que venga alguien a desbloquearlo. Ya he pulsado para que envíen a un técnico, pero le aviso que siempre tardan bastante en llegar.

- Pues menuda faena. Gloria Beltrán pensará que soy un impresentable. Con lo que me ha costado conseguir que su secretaria me atendiera y consintiera recibirme...

- Le veo muy estresado y eso no es bueno.

- Eso dígaselo usted a mi jefa.

- ¿Yo? ¿Por qué tendría yo que sacarle a usted las castañas del fuego?

- Hombre, sólo era una forma de hablar. No se enoje conmigo.

- No me enojo. Pero me hace gracia ver cómo ustedes los jóvenes, que tienen tanto tiempo por delante, no paran de quejarse de que les falta tiempo para todo y en cambio los viejos como yo, a los que apenas nos queda tiempo por delante, parece que nos sobra tiempo hasta para aburrirnos.

- Muy interesante eso que acaba de decir. ¿No será usted también escritor?

- ¿Yo? ¡Dios me libre de dedicarme a la palabrería! Sólo soy un mero espectador de la vida a quien, de vez en cuando, le da por filosofar.

- ¿Conoce usted a Gloria?

- Sólo de cruzarnos en el rellano y de compartir ascensor de vez en cuando.

- ¿Qué me puede contar de ella?

- Nada en absoluto. Aquí el periodista es usted.

- Sí, pero yo no la conozco y usted es su vecino. Supongo que habrá leído sus libros.

- Que sea su vecino no implica que la tenga que conocer. Y, aunque así fuera, no soy un cotilla.

- Disculpe usted si le he vuelto a molestar. ¿Cree que van a tardar mucho más en venir a rescatarnos?

- Ya le he dicho antes que siempre suelen tardar. No entiendo cómo puede hablar de un rescate. Cualquiera diría que estamos perdidos en lo alto de una montaña, bajo un alud de nieve, o en medio de un espeso bosque y desorientados. Para ser periodista, debería usted tener más cuidado a la hora de seleccionar las palabras.

- Pues, para no ser usted escritor, parece que domina muy bien el lenguaje.

- Las palabras tienen más poder del que pensamos y también tienen la curiosa capacidad de cambiar su significado en función del contexto en el que se utilizan.

- ¿A qué se refiere?

- Se lo explicaré con un reto: Ya que ha empezado hablando del tiempo, le propongo que me cite los títulos de cinco novelas que contengan la palabra tiempo.

- Jolín, menudo papelón. Sólo se me ocurre El tiempo entre costuras, de María Dueñas.

- ¿La ha leído?

- Pues no, pero se le ha dado tanto bombo a la mini serie que hicieron de la novela en Antena3, que al final se te queda grabado el título.

- ¡Qué triste!

- ¿El qué?

- Que se hable de literatura sin ahondar en ella. Por cierto, ¿usted ha leído alguno de los libros de Gloria Beltrán?

- Le confieso que no, porque no me ha dado tiempo.

- ¿Y qué se supone que le va a preguntar en la entrevista si no sabe nada de ella ni de su obra?

- Oiga, comprendo su desazón, pero yo no tengo todo el tiempo del mundo para leer. Bastante hago con trabajar para tres medios de comunicación distintos muchas más horas a la semana de las que me gustaría. Cuando tengo tiempo libre lo último que me apetece es encerrarme a leer. Necesito oxigenarme con mis amigos y desconectar.

- Lo entiendo, pero me cuesta creer que dedicándose a lo que se dedica y estando especializado en cultura, a su mente le cueste tanto recordar obras como El amor en los tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez; Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos; La noche de los tiempos, de Antonio Muñoz Molina; En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust; o el Eclesiastés.

- ¿El Eclesiastés? Eso, ¿qué es?

- Es parte del Antiguo Testamento. En él se viene a decir que hay un tiempo para cada cosa y cada cosa en su tiempo.

- Pues sí que da de sí el tiempo... Pero, ¿cuándo van a venir a sacarnos de aquí?


En ese momento, el ascensor emitió un leve ruido y se puso en marcha. El señor mayor había vuelto a pulsar el botón, sin que el periodista lo advirtiese. Una vez fuera de él, ambos se dirigen hacia la misma puerta.

- No puede ser que viva usted en el tercero A.

- ¿De verdad me va a decir usted dónde puedo o no puedo vivir?

- Pero entonces, ¿vive usted con Gloria Beltrán? ¿Acaso es su esposa? ¡Dios! He metido la pata hasta el fondo.

- Peor aún, Gloria Beltrán soy yo.



Estrella Pisa

Microteatro para el reto de octubre que nos propone Merche en su blog Literature and fantasy.







Estrella Pisa

Microteatro para el reto de octubre que nos propone Merche en su blog Literature and fantasy.

Comentarios

  1. ¡Hola, Estrella! ¡Qué bueno! Me ha gustado mucho. Un relato entre la vejez y la juventud con un final inesperado y que le está bien empleado al joven. Las respuestas del anciano están genial, sobre todo cuando dice que "dios le libre de dedicarse a la palabrería", jajajaja, y luego resulta que es escritor con seudónimo. Pensaba que, al pulsar el botón, él solo pretendía hablar con alguien, luego me di cuenta de que iba más allá todavía. Hubiese rematado la escena cuando al salir al rellano, le dijera al joven que volviera a hablar con él cuando se hubiera leído alguno de sus libros... Encima que le va a hacer una entrevista, no se ha leído nada suyo, vamos, para no dejarlo entrar. Muy bueno, me ha gustado mucho.
    Mil gracias por participar.
    Un abrazo. :)

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    1. Muchas gracias, Merche.
      Me alegra que te haya gustado.
      Estos retos no resultan fáciles, pero la verdad es que me atraen cada vez más. De una forma u otra, me obligan a salir de mi zona de confort, de los temas sobre los que suelo escribir y del formato del relato.
      Un muy fuerte abrazo.

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  2. Buenísimo relato. Entretenido y con un desarrollo fuera de lo común. Gracias por compartirlo.

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  3. Hola Estrella,
    Muy buen relato con un giro final, ese seudónimo utilizado por el escritor, verdaderamente fantástico. Felicidades.
    Un saludo.

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  4. Hola Estrella, muy buen aporte y original giro final. Me encantó. Un abrazo

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  5. No obstante, un periodista osado. Llegará lejos en cuanto acabe de despojarse de todos sus escrúpulos.:)

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  6. Tienes razón. En los ascensores las conversaciones sobre el tiempo son muy socorridas. Buen relato! Saludos
    lady_p

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  7. Un aplauso, Estrella, Estupendo microteatro sobre el tiempo, la Literatura y una fina crítica a la manera de trabajar hoy en los medios de comunicación.
    Un abrazo!

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    1. Muchas gracias, María Pilar. Me alegra que te haya gustado.
      Un fuerte abrazo.

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  8. Hola Estrella.
    ¡No, si me lo veía venir! Con el jueguecito que se traía con el ascensor, el inteligente señor intemporal parecía mucho más interesante y espabilado que el periodista que ni siquiera se había dignado leer las obras del escritor a quien supuestamente, iba a entrevistar. Pues lo tiene bien merecido. ¡A ver qué escribe ahora!
    Aplausos a la obra y a su autor!
    Un abrazo. Marlen.

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    1. Muchas gracias, Marlen.
      Me alegra que te haya gustado.
      Para un autor no debe haber situación más frustrante que tener que conceder entrevistas a quienes no se dignan ni a documentarse un poco antes de verse frente a él. Luego se quejarán de que los entrevistados contesten como lo hacen en algunas ocasiones, pero es que no es para menos.
      Un fuerte abrazo.

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  9. Me lo veía venir, Estrella.
    Me ha encantado este relato, con un cierto tono frívolo e irónico, pero cargado de contundentes verdades sobre el tiempo que vivimos y su superficialidad.
    Un enorme abrazo :-)

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    1. Muchas gracias por leerlo y comentarlo, Miguel.
      Me alegra que te haya gustado.
      Un muy fuerte abrazo.

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