Con los pelos a su aire

Foto de mi autoría. - Podrías peinarte antes de salir a la calle - le espetó su hermana mayor cuando la vio aparecer por la cafetería en la que habían quedado. - No te metas otra vez con mis pelos. Como podría explicarte Quino, por boca de Mafalda, "mis cabellos tienen libertad de expresión". Las dos hermanas no podían ser más diferentes. Carla, la mayor, era de esas mujeres que no salen a la calle sin maquillar ni sin taconazos ni para ir a la vuelta de la esquina a tirar la basura. Agobiada desde que tuvo uso de razón por lo que pudiesen decir de ella los demás, se acostumbró a vivir ciñéndose a unas rutinas y protocolos que no le permitían dejarse llevar simplemente y disfrutar abiertamente de cada etapa. Todo en ella carecía de naturalidad y, por más que se esforzara, costaba trabajo tomársela en serio, porque daba la impresión que hablaba hasta donde creía que podía hablar y se comprometía lo justo con quienes la rodeaban. Lucía, en cambio, ...