Dan "el Trompeta"

Dan no era un pirata al uso, de esos que llevan un parche en un ojo, arrastran una pata de palo y empuñan un garfio en el muñón que les dejó una mano perdida. Tampoco apestaba a salitre ni a ron, sino que se gastaba una fortuna en perfume y en tinte de pelo. Quizá también en maquillaje. Pero sí era el pirata más temido allende los mares.

Su corpulencia se hacía notar y temer en cualquier escenario. Siempre vestía elegantes trajes y vistosas corbatas, aunque se movía como un androide con reuma o como aquellas muñecas de Famosa cuando se dirigían al portal de Belén en aquellos anuncios de hace mil años.

Imagen encontrada en Pixabay


Dan no se manejaba con afilados sables ni con imponentes trabucos. De hecho, ni siquiera había hecho el servicio militar, el muy patriota. Pero tenía la sorprendente habilidad de apuntar a matar con su incontrolable verborrea y siempre acababa haciendo diana y destronando a quien tuviese la osadía de cruzarse en su camino.

Su mirada traviesa y sus golpes de efecto se habían hecho virales desde que llegó a presidir el gobierno de una primerísima potencia mundial. Legitimado en su fortuna personal y en los apoyos que le brindaban otros poderosos, hacía y deshacía a su antojo sin echar nunca el freno. Se enfrentó a la justicia y, lejos de temerla, la amenazó con la deportarla. Tan seguro se mostraba de sí mismo que, cuando años después volvió a hacerse con el poder, creyó que lo que estaba presidiendo era el mundo entero y empezó a dictar exigencias a golpe de decreto para intentar deshacer todo cuanto había hecho su oponente durante su mandato. Mientras mandaba destituir y encerrar a unos cuantos, concedía la libertad y nuevos privilegios a otros tantos.

Se burlaba de organismos mundiales, lanzándoles ofensivas dialécticas que no dejaban títere con cabeza. Negacionista de raza, cuestionaba el cambio climático, desplazaba masivamente a los pueblos que le incomodaban y pretendía explotar hasta el último yacimiento de crudo del planeta.

Siendo nieto de inmigrantes alemanes, le declaró la guerra a los sin papeles y amenazó con la deportación y el confinamiento en antiguas fortalezas penitenciarias a cuantos intentasen cruzar ilegalmente sus fronteras.

De ideas fijas y espíritu combativo, encontró su lugar en el mundo en medio del conflicto y se atrincheró en él, construyendo a su alrededor sólidas murallas de cristal para evitar que las críticas y las sanciones le salpicasen.

No conforme con ser el habitante más poderoso de su particular isla del tesoro, decidió botar un imponente barco bucanero y hacerse a la mar, con la idea de conquistar nuevas tierras y proveerse de nuevos esclavos. Como a todos los racistas, le molestaban aquellos que no tenían su mismo color de piel, pero no dudaba en aprovecharse de su trabajo, sobre todo cuando le podía salir gratis.

De pequeño no le enseñaron humildad y, una vez crecido, recordó lo que le decía su abuelo: “Poderoso caballero es don Dinero”. Se convenció tanto de ello que, no contento con heredar el negocio paterno, se dedicó a ampliarlo y diversificarlo haciéndose de oro, al tiempo que le llovían las demandas por prácticas ilegales. Pero a él las leyes siempre le importaron bien poco. Los votos se podían comprar, el silencio también.

Las reglas del juego eran para los pusilánimes que no habían aprendido aún que, para hacer una tortilla, era necesario romper primero los huevos.

Capitaneando su siniestra nave a golpe de tuits, sembraba vientos todos los días y, por las noches, recogía tempestades. Pero, lejos de acobardarse ante las consecuencias de sus actos, lo que hacía era pavonearse con su trompeta, aguijoneándole los tímpanos a quien tuviese la santa paciencia de escuchar su perorata.

Su voz sonaba rota y daba la impresión de estar a punto de escupirles a quienes acudían a sus actos públicos. Era incisivo, manipulador e hiriente. La diplomacia en él siempre brilló por su ausencia y sus formas sobrepasaban todos los límites que hubieran pretendido contenerlas.

Pero no faltaron quienes le adoraron y se encomendaron a él como si de un dios se tratase, contribuyendo a que su ego se expandiese aún más, hasta el punto de no caber en el mundo conocido. Quizá por eso su travesía marítima le supo a poco y necesitó fletar una nave con la que explorar el espacio exterior. El mundo ya no le era suficiente. Sentía la necesidad de conquistar otro planeta en el que proyectar nuevos complejos hoteleros de lujo y grandiosos campos de golf en los que vivir nuevas experiencias con sus nuevos amigos millonarios.

Mientras los dirigentes de medio mundo se preguntaban cómo frenar a ese pirata de traje y corbata que parecía dirigir la orquesta a golpe de trompeta sin tener ni idea de cómo tocarla sin desafinar, Dan y sus amigos despegaron de la base de Cañaveral rumbo a sus nuevas ambiciones, sin sospechar que los microchips que integraban los monitores de la nave habían sido saboteados en las factorías chinas de las que procedían. El trompeta y sus amigos volaron en vertical hacia el cielo, pero en unos pocos segundos, estallaron en colores como si se tratase de fuegos artificiales. Ese día su melodía no fue desafinada.

Los chinos, lejos de dejarse llevar por la testosterona, siempre han sido más partidarios de sentarse tranquilamente en la puerta de sus casas para ver pasar un día la muerte de sus enemigos.


Estrella Pisa.

Microrrelato de 900 palabras para el reto del mes de febrero de El tintero de Oro.








Comentarios

  1. Hola Estrella, un relato sobre una figura muy actual, muy molesta y efectivamente una especie de pirata (con perdón de los verdaderos piratas jejeje). En mi caso soy mexicana y lo tenemos de vecino así que imagínate. Me gustó cómo lo has retratado, mucha verdad en tus líneas. Enhorabuena y mucha suerte en el Tintero. Abrazo fuerte.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por leerlo y comentarlo, Ana.
      Me alegra que te haya gustado.
      Un fuerte abrazo.

      Eliminar
  2. Es que piratas, los hubo, los hay y siempre los habrá! Je, je! En ser humano no puede resistirse a nuevas aventuras, desafíos y nuevos tesoros que desean ser descubiertos! Je, je! Un abrazote y mucha suerte en el concurso Estrella!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los de ahora van con traje y corbata y se codean con las más altas esferas. Hay que ver cómo cambian los cuentos con el paso del tiempo...
      Muchas gracias por leerlo y comentarlo, Marifelita.
      Un fuerte abrazo.

      Eliminar
  3. Noticias de actualidad en tu texto. ¡Le quitaría el sitio a Matías Prats! Un Saludo tipo Agencia EFE.
    de...Juan el Portoventolero aka Juan Y Su Horizonte.🏙️

    ResponderEliminar
  4. No puedo más que reflexionar de lo que se lee entre líneas. Cabría preguntarse qué se está haciendo mal para que triunfen más las soflamas de alguien como Dan, que las de cualquier filósofo vivo que pudiera alguien mencionarme.

    ResponderEliminar
  5. Hay más de uno de los poderosos actuales que podrían quedar reflejados en tu texto, aunque tú apuntas solo a uno.
    Me ha encantado tu forma de asemejar lo que es capaz de hacer el personaje que tan bien retratas en tu relato con la labor propia de un bucanero. Tu forma de escribir es de una fluidez extraordinaria.
    Muchas gracias por compartirla.

    ResponderEliminar
  6. Ayayay, un relato tremendamente actual. Una sátira muy bien llevada, Estrella, que recoge todos los despropósitos de los últimos días. Muy ingeniosa la vuelta de tuerca que le has dado al tema.

    ResponderEliminar
  7. ¡Hola! Muchas gracias por participar en el Concurso de Relatos 45 ed. en El Tintero de Oro. ¡Suerte!

    ResponderEliminar
  8. Hola Estrella, menuda combinación entre Jack Sparrow y Donald Trump jaja, o al menos asi me he imaginado al personaje mientras iba leyendo. La verdad es que da pena ver a cualquiera de los líderes que en occidente lideran el mundo, son una parodia de otra parodia, personajes esperpénticos sin formación, sin cultura, sin educación y sin sentido, pendientes de manipular a los suyos y enervar a los contrarios para asi poder seguir manipulando a los suyos. En el caso de USA es a mi entender sintoma de la decadencia de un imperio que ha entrado en su imparable declive como potencia mundial, y no solo por este personaje estrambótico pues ya los anteriores apuntaban maneras. Y si, ahí están los chinos que nos están ganando a todos por la mano, y es que para progresar hay que encarar el futuro con estrategia y planificación, y no bailar a la buena de dios o al son de los mercados de turno. En fin, que me extiendo. Buena crítica de un pirata a su manera. Un abrazo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Desaparecido en Babia

Mi camino no es de pan

Dos náufragos