Perdernos para encontrarnos

 

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Begoña y María llevaban un tiempo compartiendo piso en el centro de una ciudad muy ruidosa. Las dos se habían separado de sus respectivas parejas y se habían conocido al responder ambas al anuncio que había puesto el propietario del piso para alquilarlo. El piso les encantó por su luminosidad y la amplitud de sus estancias, pero ninguna podía asumir el precio. Entonces fue cuando a Begoña se le ocurrió la idea de compartirlo y le propuso a María que, con lo que se ahorrarían, podrían pagarse unas vacaciones. María aceptó su oferta y empezaron a vivir juntas. La convivencia entre ellas era buena, pese a lo diferentes que eran en casi todo. Begoña era hiperactiva y siempre buscaba nuevas formas de ocupar su tiempo, mientras que María era más pausada y acababa cayendo siempre en las mismas rutinas.

- ¿Has pensado ya dónde vamos a ir de vacaciones?- le preguntó Begoña, a finales de junio.

- Sí, y justamente ayer pasé por una agencia de viajes para informarme sobre algunos destinos. Traje unos folletos para ver qué te parecen.

- Y, ¿cómo no me habías dicho nada?

Porque se me pasó, ya sabes lo despistada que soy- respondió tendiéndole los folletos a Begoña.

- ¿En serio pretendes que nos pasemos quince días encerradas en un resort con una pulserita de todo incluido?

- Es lo más práctico. Y el sitio es paradísiaco.

- A ver, María: ¿de verdad crees que mi concepto de viajar es pasarme quince días tumbada en una hamaca tostándome al sol y bebiendo caipiriñas?

- También haríamos otras cosas.

- ¿Cómo cuáles?

- Ir a la playa, comer y cenar en restaurantes exóticos, bailar en la discoteca, conocer tíos buenos.

- Vaya, lo mismo que podemos hacer aquí. Te recuerdo que vivimos en una ciudad con playa, multicultural, con locales exóticos y bastantes tíos buenos.

- Pero no es lo mismo.

- Ah, no? Pues yo la única diferencia que le veo es la pasta que pretendes que nos gastemos para no hacer absolutamente nada nuevo.

- Vale, pues, ¿qué propones tú?- la desafió María.

- Que hagamos el camino de Santiago desde Ponferrada hasta Santiago.

- ¡No me lo puedo creer! ¿Tú me has visto cara de pasarme las vacaciones andando una media de veinte kilómetros diarios? ¡Ni loca, vamos!

- Pues lo tengo decidido y hay algún compañero de trabajo que me ha dicho que se apunta al plan.

- Pues yo mañana pienso volver a la agencia de viajes y reservar mis vacaciones en Santo Domingo.


Dos meses después, la primera en regresar a casa había sido Begoña. Llegó con cara de fastidio, cargando una mochila a la que le había tomado tanta manía que pensaba tirar y tal vez deshacerse de buena parte de su contenido. Lo primero que hizo fue tumbarse en el sofá, del que no se movió en casi todo el día. Al día siguiente recibió una llamada de María. Se la notaba muy angustiada porque no había podido regresar en el vuelvo previsto por overbooking.

- ¿Tú crees, tía? Llevo dos días tirada en el aeropuerto esperando que me reubiquen en otro vuelo. Mi jefe está que trina, porque tenía que haberme reincorporado hoy al trabajo.

- Lo lamento mucho, María. Aunque yo no estoy mejor que tú. He podido regresar a tiempo, pero tampoco he podido reincorporarme al trabajo. Estoy de baja porque me hice un esguince justo el día que llegamos a Santiago y he tenido que volver con muletas. ¿Sabes lo pesado que es viajar en tren en esas condiciones y cargando con una mochila que pesa como un demonio?

- ¡Ostras, qué mala suerte! Creo que las dos nos equivocamos eligiendo el viaje.

- El año que viene me voy contigo al Caribe.

- Conmigo no, porque no pienso volver.

- ¿Tan mal te fue, aparte de lo del vuelo?

- No me he sentido peor en mi vida. El primer día ya pillé una insolación que me tuvo fuera de combate en los dos días siguientes. Luego me lie con un tío que parecía un sueño encarnado en hombre, pero el muy cabrón resultó ser una especie de gigoló que se lo hacía con todas las extranjeras. Por si fuera poco, me intoxiqué con el marisco y estuve tres días con una gastroenteritis de campeonato. Y, cuando por fin me veía ya de camino a casa, me encuentro con que no tengo plaza en el avión. Lo dicho, ni loca me vuelvo a colocar una pulserita de todo incluido en mi vida. El año que viene me voy contigo a hacer senderismo.

- Pues va a ser que no, porque yo no me vuelvo a calzar unas deportivas para reventarme los pies. El monte para las cabras. A mí dame asfalto y ruido; y un buen sofá para cuando regrese cada noche a casa después de pasarme el día lidiando con ellos. He pensado que me voy a comprar una moto.

- ¡Qué casualidad! Yo estaba pensando lo mismo.

- Pues ya sabemos, entonces, lo que haremos en las próximas vacaciones: Recorrer mundo sobre dos ruedas.


Estrella Pisa

Microteatro con el que participo en el reto que nos propone Merche para el mes de septiembre en su blog Literature and fantasy. https://literatureandfantasy.blogspot.com/



Comentarios

  1. ¡Hola, Estrella! Jajajajaja, las pobres qué malos viajes tuvieron. Y es que las vacaciones no son la panacea, nos pensamos que deben ser lo mejor del mundo, buscamos lugares exóticos o cosas que todo el mundo hace y, quizá, no nos damos cuenta de que tampoco es para tanto, ni el lugar exótico ni eso que todo el mundo hace. Lo mejor es hacer lo que cada una quiera, sin presiones de ningún tipo, ni irse de viaje porque todo el mundo se va de viaje.
    En cuanto al texto te ha quedado a caballo entre teatro y relato, pero muy bien escrito y con buenas acotaciones que nos ayudaban a situar la escena. Y, además, con cierto toque de humor e ironía. Un buen aporte para el reto.
    Muchas gracias por tu participación.
    Un abrazo. :)

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    1. Hola Merche.
      Me alegra que te haya gustado. En línea con lo que has apuntado sobre el texto, creo que tiene más de relato que de microteatro, porque es el género con el que más me identifico, aunque en todos mis relatos haga uso de los diálogos, porque me encanta que mis personajes se definan con sus propias voces.
      Un muy fuerte abrazo.

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  2. Hola Estrella, muy buen relato. A veces las vacaciones no salen como lo imaginamos. Creo que un gran ingrediente para hacerlas disfrutables es viajar con alguien que tenga nuestros mismos gustos y que sea de confianza, y aun así puede ser que nos vaya mal. Gracias por relato, saludos.

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    1. Hola Ana, muchas gracias por leerlo y comentarlo.
      Lo bueno de los viajes es lo que nos descubren de nosotros mismos. En este sentido, Begoña y María han aprendido que, en el fondo, no son tan dispares y que, a veces se pueden llegar a sorprender pensando y deseando lo mismo.
      Un fuerte abrazo.

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  3. Si es en ruedas, seguro que descarrila el tren o el coche se avería.:O

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    1. Pues no te extrañe, Cabrónidas, dado el historial de ambas.
      Gracias por pasarte y por comentar.
      Un fuerte abrazo.

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  4. ¡Ja, ja, ja! Vaya experiencia de vacaciones, si parece que las ha cambiado hasta en la manera de ser. Muy ingenioso y divertido para los que lo leemos.
    Un abrazo!

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    1. Hola María Pilar,
      Un viaje siempre implica un recorrido por dentro de nosotros mismos. Nunca volvemos los mismos que nos fuimos. Siempre hay algo que se nos remueve y nos acaba cambiando la percepción que tenemos de muchas cosas.
      Un fuerte abrazo.

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  5. Los viajes no siempre salen como los planeamos y casi que nos entran ganas de regresar. Me ha gustado! Saludos

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    1. Muy cierto, Mayte.
      Muchas gracias por leerlo y comentarlo. Me alegra que te haya gustado.
      Un fuerte abrazo.

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  6. Vaya vacaciones, Estrella.
    Desde el comienzo todo ha ido mal, rompiendo el plan de viajar juntas. Cada una por su cuenta hizo su viaje soñada para nada. Igual el próximo no lo hacen como tienen pensado en dos ruedas, pero el hecho de hacerlo juntas lo cambia todo.
    Un fuerte abrazo :-)

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