Dinero fácil

 

Carlos había salido de casa con el tiempo justo y le tocaba apretar el paso si quería llegar puntual a su trabajo. En los últimos días sentía que le costaba más de lo habitual despegarse de las sábanas y había llegado tarde en dos ocasiones. Trabajaba vendiendo bicicletas y su jefe no le había dicho nada la primera vez, pero la segunda le lanzó una advertencia. Su contrato finalizaba en quince días y, si seguía llegando tarde, no se lo prorrogaría.

Aunque no le apasionara, aquel trabajo le permitía salir adelante. Temía perderlo y por eso caminaba sin ser consciente de otra cosa que no fuese su propia prisa. No advirtió que una chica le saludaba. Ella, que debía ser de las que no soportan que las ignoren, se le plantó delante y casi choca con él. Sólo entonces la vio. Desde que habían acabado el instituto no se había vuelto a cruzar con ella.

Claudia se había ido a Londres, para trabajar como aupair, mientras Carlos siguió estudiando y se había graduado en ADE el año anterior. Poco después consiguió aquel trabajo de dependiente por mediación de un amigo de sus padres.

Ella quiso invitarle a tomar un café, pero él tuvo que declinar su oferta. De nuevo llegaba tarde. Claudia le pidió el teléfono, asegurándole que le llamaría porque tenía una propuesta que hacerle.

Cuando Carlos llegó a la tienda, su jefe volvió a recriminarle su impuntualidad. Él le pidió disculpas, pero el otro no se las aceptó. Carlos, lejos de bajar la cabeza como hacía siempre, no dudó en despedirse en aquel mismo momento y se marchó para no volver.

Horas más tarde, recibió la llamada de Claudia y salió corriendo a su encuentro. Siempre le había gustado aquella chica y presentía que aquel reencuentro cambiaría su suerte.

Imagen encontrada en Pixabay


Habían quedado en una esquina entre dos de las calles más concurridas del pueblo y ella le esperaba al volante de un deportivo que costaba más de lo que él no ganaría ni en veinte años en el trabajo que acababa de dejar.

-   ¡Joder, Claudia, qué nivel! ¿Quién te lo ha prestado?

-   Es mío. Sube.

-   ¿Tanto te pagan por cuidar niños ingleses?

-   ¡Qué gracioso! A los niños apenas me dediqué un año. Luego encontré otro trabajo que me permite vivir como me da la gana.

-    Y, ¿qué trabajo es ese?

-   Es de lo que quería hablarte, pero todo a su tiempo. En este negocio, las prisas no son buenas.


Claudia aparcó el coche en el parking del hotel más lujoso del pueblo y le invitó a seguirla hasta el ascensor. Allí pulsó el botón del ático y le condujo por un pasillo hasta la habitación en la que se alojaba desde hacía tres días.

Le ofreció champán y le explicó que seguía viviendo en Londres, pero había vuelto para buscar una casa desde la que poder seguir desarrollando su actividad en un entorno más tranquilo. Estaban ampliando el negocio y había pensado en él para que trabajase con ella.

-   Pero, ¿haciendo qué?

-   Gestionando carteras de activos de clientes de todo el mundo.

-   Pero yo no tengo experiencia en training.

-  Es que tampoco se trata exactamente de bolsa. A ti siempre se te han dado bien los números, ¿no? Pues te pasarías el día haciendo números y analizando pantallas.

-  Pero a ti, en cambio, las matemáticas siempre se te resistieron. ¿Cómo has conseguido este trabajo?

-   Lo mío son los contactos. Tiro de ellos para convencerles de que inviertan en el negocio.

-   Y algo así, ¿da tanto dinero?

-  Ya lo creo. Cualquiera trabaja en una tienda o en una oficina por una miseria al mes pudiendo ganar una fortuna a golpe de clic.

-   Pero... alguna trampa tiene que haber, ¿no?

-  Por supuesto, pero está todo controlado. Me has dicho que te acabas de quedar sin trabajo, creo que no pierdes nada por probar suerte conmigo.

-   Está bien, ¿cuándo quieres que empiece?

-   Pues mañana mismo. Probarás un par de semanas y, si te convence, te quedas.

-   ¿No me haréis un contrato?

-   En esta empresa todos somos autónomos.


Carlos no acababa de verlo claro, pero aceptó y, al día siguiente, empezó a trabajar con Claudia. Ella le hizo entrega de un portátil carísimo y le ayudó a configurar su acceso a la plataforma en la que trabajaban. Dos semanas después, estaba entusiasmado con la suma transferida a su cuenta bancaria. No sospechó que su fantástico trabajo pudiera ser, en realidad, una tapadera. Cuando, meses más tarde, descubrió que el negocio consistía en blanquear dinero del narcotráfico y la trata de personas, le pidió explicaciones a Claudia.

-   ¿Qué más te da de dónde salga tu espléndido sueldo?

-   Me has convertido en un delincuente.

-  Quizás, pero si aprendes a mirar para otro lado, acabarás convertido en un delincuente muy rico.


Una vez concluida su jornada virtual de aquel día, Carlos salió de casa con una mochila y se fue directo a la comisaría de policía. Allí se declaró culpable del delito que consideraba había estado cometiendo, al tiempo que destapó toda la trama, aportando nombres, grabaciones y copias de archivos. Prefirió acabar en la cárcel a seguir trabajando para aquella depravada que había creído su amiga y que fue detenida aquella misma noche. Días más tarde, caería el resto de la banda.



Estrella Pisa

Microrrelato para el reto que nos propone para el mes de diciembre El tintero de Oro.



Comentarios

  1. Muy buena historia, menos mal que en la trama de corrupción no estaba incluido algún policía que le hubiera volado la cabeza por traicionar a la banda de corruptos.
    Un abrazo.
    PATRICIA F.

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    1. De haber podido contar con más palabras, seguro que habría metido a alguno para darle más intriga a toda la historia. La realidad siempre supera la ficción y, por desgracia, en estos casos de corrupción siempre hay empleados a quienes pagamos sus nóminas entre todos los contribuyentes que acaban aceptando sobornos a cambio de mirar para otro lado o de hacerse los sordos.
      Un fuerte abrazo.

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  2. Que desilusión.
    Estaba claro que deseaba que fuera más que su amiga.
    Pero no pasó.
    Bien contado.
    Un abrazo.

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    1. Desde luego que sí. El pobre Carlos se quedó compuesto, sin novia, sin dinero y sin libertad. Es lo que tiene dejarse enredar por las apariencias.
      Muchas gracias por leerlo y comentarlo.
      Un abrazo.

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  3. Un final esperanzador para una historia tremenda, Estrella. Bien resuelto el dilema ético en torno a si mirar o no para otro lado y bien desarrollada toda la trama. Muy buen relato.

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    1. Muchas gracias, Marta.
      Aunque a veces nos parece mentira, siguen existiendo personas honestas que anteponer el bien común por encima del suyo propio.
      Un fuerte abrazo.

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  4. ¡Hola Estrella! Muy buen relato. Por un momento creía que el protagonista se iba a unir también a la banda y hacer oídos sordos a todo lo que había descubierto pero el final es de justicia poética. Menos mal que él si que tenía principios y opto por denunciar.

    Un saludo y suerte en el concurso.

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    1. Muchas gracias, Rocío.
      Después de dejar un empleo tan poco gratificante como el que tenía y de flipar con lo que ganó las primeras semanas en el nuevo trabajo, todo hacía pensar que se quedaría con ellos, pero le pudieron sus principios y no encontró otra forma de acabar con la trama que sacrificándose él mismo.
      Un fuerte abrazo.

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  5. Como decía mi bisabuela, "nunca dan duros a cuatro pesetas" je, je! Algo turbio tenía que haber! Desde luego ya no quedan personas tan íntegras como el protagonista! Un abrazote y mucha suerte en el concurso Estrella!

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    1. Muchas gracias, Marifelita.
      Tu bisabuela tenía toda la razón. Nadie regala nada y, si te parece que lo hacen, desconfía. Siempre hay una cara B.
      Un fuerte abrazo.

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  6. Sí, estas cosas tan feas también pasan por Navidad. Por un momento me he imaginado a Claudia haciendo buenas migas con Feijóo.

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    1. A Claudia no la debió conocer el susodicho porque es un personaje de ficción. Pero, en la vida real, seguro que puede haber más de una de su misma catadura moral con la que haya tenido algo que ver.
      Un abrazo.

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  7. No se puede contratar a cualquiera..... en el mundo del hampa, contratan bandido, pero traer a alguien bueno y honesto da lio.

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    1. Sí que da lío, pero a veces es un riesgo que estos capos deciden correr para tratar de disfrazar de honestidad y transparencia sus negocios turbios. Dan por hecho que el dinero corrompe a todos por igual, pero a veces puede haber quien se le resista.
      Un abrazo.

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  8. El talante de la chica era sospechoso, pero no como para dudar.
    Lo de los duros a cuatro pesetas si que era para sospechar.
    Pero uno siempre confía en una amiga de juventud.
    Una trama extensa con una introducción que da motivación sl protagonista, aunque sea mal encaminada.
    Abrazoo y suerte

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    1. Muchas gracias, Gabiliante.
      Su motivación le llevó por un camino equivocado que sólo podía llevarle a la cárcel o a que le quitasen de en medio. Seguro que, más a menudo de lo que le gustaría admitir, echa de menos su puesto de dependiente en la tienda de bicicletas.
      Un abrazo.

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  9. Hola, Estrella. ¡Pues claro que importa el origen del dinero! Nuestro protagonista fue fiel a sus convicciones y espero que reciba un trato justo.
    Un trabajo muy bueno. Te deseo lo mejor. Un saludo.

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    1. Muchas gracias, Bruno.
      Todo el mundo quiere prosperar y a nadie le amarga un dulce, pero cuando han de cruzarse ciertas líneas rojas para conseguirlo, no todo vale. Afortunadamente, queda mucha gente como Carlos, que prefiere sacrificarse a saltarse sus principios. Porque una persona sin principios deja de ser persona para mutarse en un monstruo.
      Un fuerte abrazo.

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